VENENO DE ROSAS
Doncella rosa, de gran piedad
Flor de amor y placer
En esta arena de soledad
Déjame tu cáliz, en pétalos beber
Le amé mucho, le serví
Con entrega eterna de mujer
Fui pureza de su frenesí
Pero no pude su amor sostener

Escogí una estrella,
Bella como la azulada luz de la luna
Su lozanía espiritual fue mi juventud
Sin saber que el ocaso fúnebre llegaría

Ahora estoy embrujada por los duendes
Dentro de este loco y celestial cáliz de jade
Su encanto alucina en mí, momentos breves
Cuando él me amó, eso mi corazón lo sabe

Cuando la luz de sus ojos me golpea
Miro a través de su gélido corazón
Bebiendo veneno de rosas; esa tristeza
Que está entumida en la cripta de mi desolación

Resuena toda su alegría en ruinas
Como un eco, en una vela que llora a solas
Al igual que las pequeñas aves para el día
Pintan de blanco las negras amapolas
Mi sombra de faz moribunda
Espolvoreó con polvo de rosas,
La gélida y profunda tumba de este amor,
Que bebió sus besos en invisibles gotas

Y al compás de una melodía yerma
Que lacera una herida primera
Me hallo tras la espiral oscura,
Tendida en pétalos de mi misma guerra

Con madera de tejo negro como la noche
La copa bebí en un sorbo amargo
Crepúsculos pasos, me devoraban entera,
Sumida en el letargo de esta herida que lacera

Agonicé con el cáliz de un sueño olvidado
Allá donde tiemblan airosas las estrellas,
En cavernas de un sueño fracasado
Que estalló en pedazos los eslabones de cadenas
Desgarrando el alma, entre la brisa nocturna
Cada gota tomada, fue un triste recuerdo
Cada trago, llevaba el dolor de mi alma
Cada néctar, extraía en su faz el secreto
Manantial dichoso, que en ortigas se encuentra

Veneno de rosas, negras rosas de tristeza
Espinas que encajan mi garganta callada
La sangre se congeló en mis venas
Al romperse en cristales, la soñada quimera.

© copyright Araceli García 2014.







