martes, 26 de abril de 2016



SONATA EXANGÜE 
(Réplica gótica al poema sonatina de Rubén Darío) 


La princesa está muerta… ¿no ves su indiferencia?
la sangre se escapa como si fuera una senda
ha perdido la vida por el hondo dolor.
La princesa está quieta como un cuervo moro
y sus labios de cera, están en reposo
como si desfallecida, se encontrara una flor.


En sus ojos velados, se hallan collares
madriguera que en cuita, esconde romances
resguardados en blanco de su bello blasón.
La princesa no sufre, vacía está su mente;
la princesa ha cerrado su portón doliente
no pronuncia palabra, apago el corazón.


¿Miras acaso, que se le escapa una lágrima,
entre el oscuro plano de su retina llana
para dar la apariencia de que todavía hay luz?
¿O has mirado sus labios de besos vacantes
como si buscara caricias, apegos distantes,
que han sido razón de su fúnebre cruz?


¡Ay!,  pobre princesa descansa en la fosa
ya no quiere ser bella, marchita la rosa,
tiene ojeras ligeras, por tanto llorar
yace sola y triste, nadie la ha tocado,
ha extinguido martirios con altares profanos
y se ha perdido en el viento, su dolido penar.


Sus mejillas tristes, de  color escarlata
Han tomado el matiz de una vela de plata
como si  perpetua se extinguiera su luz.
Y están deshechas las flores por el lóbrego monte
ya no están olientes, toman tonos cobre
como si fueran cirios que alumbraran el Sur.


¡Pobrecita princesa  junto a los abedules!
Está presa en sus lloros, cristalillos que cubren,
el calabozo de mármol de su arnés fatal;
en su palacio de hierro le custodian heladas,
las estatuas que velan por sus penas amargas
para que ella duerma en su tumba de sal
¡Oh, quién fuera princesa que dejó esta vida!
(La princesa está muerta, la princesa está pálida)
¡Por amor cautivada, en féretro oro de apagado candil
¡Quién irá a los cielos donde el amor existe,
—la princesa está exangüe, la princesa está muerta—,
ha volado su alma, hasta un cielo gentil!
—«duerme, duerme princesa —le ha dicho la vida—;
en caballo y carroza, hacia acá se encamina,
con la voz encajada en tu eterno dolor
el feliz pasajero que trotara por tu suerte
y que llega de lejos, ¡se llama la Muerte!,
te lleva a sus reinos a encontrar el amor».

©Copyright Araceli García.


EN EL MÁS ALLÁ 



Cuando en la lápida gris de mi sepultura

Yazga este corazón que te ha amado tanto

No mires triste la ausencia de mi figura

trémula y viva estará la voz de mi canto


Cuando en la noche oscura recuerdes mi mano

Sujeta el fuego que en el céfiro se acuna

Será el enjambre dueño de este amor lejano

Que yace en invierno de etéreas llanuras


Si la luna en un rayo ilumina tu campo

Será luz de mis ojos que te estará alumbrando

En lúcidas notas te cobijaré con manto

Ese que con ilusión siempre te estará amando


Ángel de mis sueños, no me dejes ir

Grietas de dolor, te estarán buscando

Y quizá en el cielo, la muerte nos logre reunir

Dios sabe, que en el más allá, te estaré esperando.


©Copyright Araceli García





OTOÑO LÚGUBRE





Corren las hojas del otoño, como quien desnuda el silencio

el viento baila con la luz, en tornasoladas banderas de tedio

sobre los árboles tristes de follaje moreno; corazón friolento

se desploma, ante un sendero que al fondo visualiza invierno


¡¡Amor!! cíclopes de la noche levantan remolinos de miedos

la sangre brota, como un centauro corriendo en el desierto

otoño de hojas rojizas, como caricias perdidas en el tiempo

deshojan páginas, momentos en que el amor brotaba inmenso


¿Cómo se puede encontrar entre los remolinos tus besos?

si el alma gotea cristales, náufragos collares de recuerdos

Tristes memorias que dejaron los huertos temblando de deseo

Pioneros que anidaron entre la alborada de sucumbidos cielos

Mancillando el alma, que no encuentra en este camino regreso
Otoño de muerte, otoño de dolor que vive en mis ojos de mausoleo
Enterrándome una estaca de pálidos amarillos crepúsculos de fuego

Pidiendo olvidarlo, como él lo hizo, dejándome rota y sin anhelos.


©Copyright Araceli García.




ZOZOBRA

Tú, permaneces como estatua griega
en un mármol cabalístico que te nombra;
renaces, entre amargura y sombras
sobre un corazón que enamorado ruega



Distante en tu mundo, al mío llegas,
como un fantasma que a mi sed conforma
Sin un pedazo de tu existente forma
te pido amor, y con desdén lo niegas



Aquí sentada, enfrento la liba de la angustia
bailando lunas que enfrentan a la muerte
inútilmente a este mal, le he buscado cura
mas sólo he topado, un aguijón de mala suerte



Tú, cántaro que apagó mi cordura
y que ilusionó mi latir, sobre un mar inerte
en soledad, he mantenido tu figura
con un constante miedo, a  perderte.



©Copyright Araceli García.