SONATA EXANGÜE
(Réplica gótica al poema sonatina de Rubén Darío)
La princesa está muerta… ¿no ves su indiferencia?
la sangre se escapa como si fuera una senda
ha perdido la vida por el hondo dolor.
La princesa está quieta como un cuervo moro
y sus labios de cera, están en reposo
como si desfallecida, se encontrara una flor.

En sus ojos velados, se hallan collares
madriguera que en cuita, esconde romances
resguardados en blanco de su bello blasón.
La princesa no sufre, vacía está su mente;
la princesa ha cerrado su portón doliente
no pronuncia palabra, apago el corazón.

¿Miras acaso, que se le escapa una lágrima,
entre el oscuro plano de su retina llana
para dar la apariencia de que todavía hay luz?
¿O has mirado sus labios de besos vacantes
como si buscara caricias, apegos distantes,
que han sido razón de su fúnebre cruz?

¡Ay!, pobre princesa descansa en
la fosa
ya no quiere ser bella, marchita la rosa,
tiene ojeras ligeras, por tanto llorar
yace sola y triste, nadie la ha tocado,
ha extinguido martirios con altares profanos
y se ha perdido en el viento, su dolido penar.

Sus mejillas tristes, de color
escarlata
Han tomado el matiz de una vela de plata
como si perpetua se extinguiera su
luz.
Y están deshechas las flores por el lóbrego monte
ya no están olientes, toman tonos cobre
como si fueran cirios que alumbraran el Sur.

¡Pobrecita princesa junto a los
abedules!
Está presa en sus lloros, cristalillos que cubren,
el calabozo de mármol de su arnés fatal;
en su palacio de hierro le custodian heladas,
las estatuas que velan por sus penas amargas
para que ella duerma en su tumba de sal

¡Oh, quién fuera princesa que dejó esta vida!
(La princesa está muerta, la princesa está pálida)
¡Por amor cautivada, en féretro oro de apagado candil
¡Quién irá a los cielos donde el amor existe,
—la princesa está exangüe, la princesa está muerta—,
ha volado su alma, hasta un cielo gentil!

—«duerme, duerme princesa —le ha dicho la vida—;
en caballo y carroza, hacia acá se encamina,
con la voz encajada en tu eterno dolor
el feliz pasajero que trotara por tu suerte
y que llega de lejos, ¡se llama la Muerte!,
te lleva a sus reinos a encontrar el amor».
©Copyright Araceli García.



