jueves, 27 de octubre de 2016
lunes, 20 de junio de 2016
martes, 26 de abril de 2016
SONATA EXANGÜE
(Réplica gótica al poema sonatina de Rubén Darío)
La princesa está muerta… ¿no ves su indiferencia?
la sangre se escapa como si fuera una senda
ha perdido la vida por el hondo dolor.
La princesa está quieta como un cuervo moro
y sus labios de cera, están en reposo
como si desfallecida, se encontrara una flor.

En sus ojos velados, se hallan collares
madriguera que en cuita, esconde romances
resguardados en blanco de su bello blasón.
La princesa no sufre, vacía está su mente;
la princesa ha cerrado su portón doliente
no pronuncia palabra, apago el corazón.

¿Miras acaso, que se le escapa una lágrima,
entre el oscuro plano de su retina llana
para dar la apariencia de que todavía hay luz?
¿O has mirado sus labios de besos vacantes
como si buscara caricias, apegos distantes,
que han sido razón de su fúnebre cruz?

¡Ay!, pobre princesa descansa en
la fosa
ya no quiere ser bella, marchita la rosa,
tiene ojeras ligeras, por tanto llorar
yace sola y triste, nadie la ha tocado,
ha extinguido martirios con altares profanos
y se ha perdido en el viento, su dolido penar.

Sus mejillas tristes, de color
escarlata
Han tomado el matiz de una vela de plata
como si perpetua se extinguiera su
luz.
Y están deshechas las flores por el lóbrego monte
ya no están olientes, toman tonos cobre
como si fueran cirios que alumbraran el Sur.

¡Pobrecita princesa junto a los
abedules!
Está presa en sus lloros, cristalillos que cubren,
el calabozo de mármol de su arnés fatal;
en su palacio de hierro le custodian heladas,
las estatuas que velan por sus penas amargas
para que ella duerma en su tumba de sal

¡Oh, quién fuera princesa que dejó esta vida!
(La princesa está muerta, la princesa está pálida)
¡Por amor cautivada, en féretro oro de apagado candil
¡Quién irá a los cielos donde el amor existe,
—la princesa está exangüe, la princesa está muerta—,
ha volado su alma, hasta un cielo gentil!

—«duerme, duerme princesa —le ha dicho la vida—;
en caballo y carroza, hacia acá se encamina,
con la voz encajada en tu eterno dolor
el feliz pasajero que trotara por tu suerte
y que llega de lejos, ¡se llama la Muerte!,
te lleva a sus reinos a encontrar el amor».
©Copyright Araceli García.
EN EL MÁS ALLÁ
Cuando en la lápida gris de mi sepultura
Yazga este corazón que te ha amado tanto
No mires triste la ausencia de mi figura
trémula y viva estará la voz de mi canto

Cuando en la noche oscura recuerdes mi mano
Sujeta el fuego que en el céfiro se acuna
Será el enjambre dueño de este amor lejano
Que yace en invierno de etéreas llanuras

Si la luna en un rayo ilumina tu campo
Será luz de mis ojos que te estará alumbrando
En lúcidas notas te cobijaré con manto
Ese que con ilusión siempre te estará amando

Ángel de mis sueños, no me dejes ir
Grietas de dolor, te estarán buscando
Y quizá en el cielo, la muerte nos logre reunir
Dios sabe, que en el más allá, te estaré esperando.
©Copyright Araceli García
OTOÑO LÚGUBRE
Corren las
hojas del otoño, como quien desnuda el silencio
el viento
baila con la luz, en tornasoladas banderas de tedio
sobre los
árboles tristes de follaje moreno; corazón friolento
se desploma,
ante un sendero que al fondo visualiza invierno

¡¡Amor!!
cíclopes de la noche levantan remolinos de miedos
la sangre
brota, como un centauro corriendo en el desierto
otoño de hojas
rojizas, como caricias perdidas en el tiempo
deshojan
páginas, momentos en que el amor brotaba inmenso

¿Cómo se puede
encontrar entre los remolinos tus besos?
si el alma
gotea cristales, náufragos collares de recuerdos
Tristes
memorias que dejaron los huertos temblando de deseo
Pioneros que
anidaron entre la alborada de sucumbidos cielos

Mancillando el alma, que no encuentra en este
camino regreso
Otoño de muerte, otoño de dolor que vive en
mis ojos de mausoleo
Enterrándome una estaca de pálidos amarillos crepúsculos de fuego
Pidiendo olvidarlo, como él lo hizo, dejándome rota y sin anhelos.

©Copyright
Araceli García.
ZOZOBRA
Tú,
permaneces como estatua griega
en un
mármol cabalístico que te nombra;
renaces,
entre amargura y sombras
sobre
un corazón que enamorado ruega
Distante
en tu mundo, al mío llegas,
como
un fantasma que a mi sed conforma
Sin
un pedazo de tu existente forma
te
pido amor, y con desdén lo niegas
Aquí
sentada, enfrento la liba de la angustia
bailando
lunas que enfrentan a la muerte
inútilmente
a este mal, le he buscado cura
mas
sólo he topado, un aguijón de mala suerte
Tú,
cántaro que apagó mi cordura
y que
ilusionó mi latir, sobre un mar inerte
en
soledad, he mantenido tu figura
con
un constante miedo, a perderte.
©Copyright
Araceli García.
viernes, 8 de enero de 2016
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