sábado, 19 de diciembre de 2015
lunes, 23 de febrero de 2015
VENENO DE ROSAS
VENENO DE ROSAS
Doncella rosa, de gran piedad
Flor de amor y placer
En esta arena de soledad
Déjame tu cáliz, en pétalos beber
Le amé mucho, le serví
Con entrega eterna de mujer
Fui pureza de su frenesí
Pero no pude su amor sostener

Escogí una estrella,
Bella como la azulada luz de la luna
Su lozanía espiritual fue mi juventud
Sin saber que el ocaso fúnebre llegaría

Ahora estoy embrujada por los duendes
Dentro de este loco y celestial cáliz de jade
Su encanto alucina en mí, momentos breves
Cuando él me amó, eso mi corazón lo sabe

Cuando la luz de sus ojos me golpea
Miro a través de su gélido corazón
Bebiendo veneno de rosas; esa tristeza
Que está entumida en la cripta de mi desolación

Resuena toda su alegría en ruinas
Como un eco, en una vela que llora a solas
Al igual que las pequeñas aves para el día
Pintan de blanco las negras amapolas
Mi sombra de faz moribunda
Espolvoreó con polvo de rosas,
La gélida y profunda tumba de este amor,
Que bebió sus besos en invisibles gotas

Y al compás de una melodía yerma
Que lacera una herida primera
Me hallo tras la espiral oscura,
Tendida en pétalos de mi misma guerra

Con madera de tejo negro como la noche
La copa bebí en un sorbo amargo
Crepúsculos pasos, me devoraban entera,
Sumida en el letargo de esta herida que lacera

Agonicé con el cáliz de un sueño olvidado
Allá donde tiemblan airosas las estrellas,
En cavernas de un sueño fracasado
Que estalló en pedazos los eslabones de cadenas
Desgarrando el alma, entre la brisa nocturna
Cada gota tomada, fue un triste recuerdo
Cada trago, llevaba el dolor de mi alma
Cada néctar, extraía en su faz el secreto
Manantial dichoso, que en ortigas se encuentra

Veneno de rosas, negras rosas de tristeza
Espinas que encajan mi garganta callada
La sangre se congeló en mis venas
Al romperse en cristales, la soñada quimera.

© copyright Araceli García 2014.
EN LAS MANOS DE HADES (Prosa poética)

EN LAS MANOS DE HADES

La hebra de la noche nos
envuelve. Turbia entre sus fauces, se halla la enramada de una humanidad que agoniza
sobre la hiedra del desasosiego. Rosas negras hilvanan las sombras, atrapan la
esperanza en el laberinto de una muerte inminente. El corazón mundano crepita
en la mirada de su escoria, pintando un silencio desconocido y absorbente.
La tortura se taladra como una
llama dulce sobre mi cabeza; que cruel perdura debajo de un perdido y olvidado
renacimiento. Canta el arrepentimiento tras el sepulcro de la cordura, como ave
negra de triste figura que vuela sobre el desierto oscuro del firmamento.
¿Escuchas la agonía del mundo?
sus voces en cantata escurren las lágrimas de la luna, ella responde en gris
partitura, al céfiro de los aúllos de un futuro y melancólico lamento. La
existencia baila sobre melaza oscura, como una pluma escribiendo su patético
testamento.
Niebla y sol negro hay en el alma. Soledad que
arrastra el temperamento de las hojas irremediablemente por el espíritu humano
marchitadas. Los ángeles, llaman al hombre, a la desolación de un sueño
agonizante.
Cantan a un mundo olvidado, sediento de la fuente que exterminó su locura, seca se halla la vida, en un sendero que por sus ojos fue indiferente. La existencia ya ha aceptado su espejo, reflejos de dolor y sufrimiento, que polvorientos y mutilados exhalan agotamiento.
Mis ojos lagrimean estrellas, luceros que gimen y calcinarán la nube de éter de todos mis deseos.
Cantan a un mundo olvidado, sediento de la fuente que exterminó su locura, seca se halla la vida, en un sendero que por sus ojos fue indiferente. La existencia ya ha aceptado su espejo, reflejos de dolor y sufrimiento, que polvorientos y mutilados exhalan agotamiento.
Mis ojos lagrimean estrellas, luceros que gimen y calcinarán la nube de éter de todos mis deseos.
¡Baila muerte sobre nuestra tumba!, seduce con
recuerdos al bosque embrujado de un mundo devastado, perdido en la cortina de un
fuego fracasado. Danza con tu velo de extinción y apocamiento, consumido por la bestia letal de un perenne y cruel
pensamiento.
No encuentro camino, permanezco
inerte en la cama de un universo raro, ahuyentando la escasa luz que se funde
en este invierno obstinado. El ocaso burbujea vida en su caldero profano. Se consume el agua quedando sólo el estrago, destrucción esculpida por manos inhumanas de
artesano. Caminos enmohecidos se extienden pintando su manto de tinieblas,
cadenas de lágrimas tejen el ataúd de una humanidad eclipsada por su propia
demencia.
Néctar de existencia exiliada y desolada en los laberintos extraviados de la nada.
Néctar de existencia exiliada y desolada en los laberintos extraviados de la nada.
Los pájaros muertos en la negra
faz de la tierra, lagrimean la gélida tumba de su triste morada. Calcinados sobre las flores de piedra,
soñarán belleza en la noche de mordaz vestimenta.
Cantan las almas pidiendo piedad,
por la desolación al fin conquistada, arrullándose en las notas del camposanto,
cobija de su último aliento. Danzan sobre el corazón purpúreo de su bello y
construido infierno.
Es el sueño que se teje real, en
un futuro sin miramientos, pero algo me dice que aún hay tiempo.
La luz no ha expirado su luminiscencia. Aplaca con sus alas la ira de Hades y abanica el horror en que el hombre se está condenando. No quiero verme morir en los prados de un funesto averno sofocado. Allá a lo lejos se esconde la vida, ella aún ofrece su mano como un privilegio. Engendra y matiza la mariposa de un nuevo nacimiento, donde el hombre despierte a la luz y deje atrás la oscuridad.
La luz no ha expirado su luminiscencia. Aplaca con sus alas la ira de Hades y abanica el horror en que el hombre se está condenando. No quiero verme morir en los prados de un funesto averno sofocado. Allá a lo lejos se esconde la vida, ella aún ofrece su mano como un privilegio. Engendra y matiza la mariposa de un nuevo nacimiento, donde el hombre despierte a la luz y deje atrás la oscuridad.
© Copyright Araceli García2014.
AMOR Y MUERTE
El retrato de Dorian Gray
En ese lugar, donde la juventud es
silencio inerte
Donde el alma hace el amor con la
arrogancia
Donde sutil del pecho en una caricia arranca,
El corazón de lodo infernal a la misma
muerte

Ahí, donde el sigilo es entierro del
pergamino
Donde escrito está el tiempo concedido
Y brota y se bebe sangre de un inmortal
vino
Burbujas de lapso, que se creyó merecido

Ahí te amaré, en el vacío de un espejo
Tras el lienzo que condena a las llamas
del infierno
Donde las caricias viven en el mundo de
lo eterno
Y no existe el sol, que apague el gélido
invierno
Ahí estaré amándote, desdeñando a la
muerte
Que en redes de luna, ha guardado el
cheque,
Alma perdida que se otorgó, tan sólo por
quererte
Como un racimo, como quien regala un
juguete

Tócame, concede la caricia a esta careta
en llamas,
Que vive en la noche, de una lozana
máscara
Añeja la faz, se anida entre el esbozo
de un rostro,
Que estriba sueños de color, en el
marchito óleo

Ámame, en la penumbra de un beso
ambicioso
En el umbral de un camino en el fuego
perdido
Y concédeme tu luz en un abrazo amoroso
Que haga que mi destino, tenga un leve sentido.
©
Copyright Araceli García 2015
domingo, 22 de febrero de 2015
SEÑORA MUERTE
¡Oh! señora que ambicionas
La lápida gris de la sepultura
Dame tu beso irónico
Y llévate entre tus cuencas mi vida

Permíteme refugiarme
En lo oscuro de tu guarida
Para no pensar en la espera
De esta triste agonía

Hechízame esta noche
Con tu gesto hipnótico
Desgárrame con tus besos
Del suplicio catastrófico

Para olvidarme de la osadía
De amar en demasía
Y ser tormenta tétrica
Que viva en tu sonrisa

Ven a mí, señora ennegrecida
Vístete del abismo de mi dolor
Déjame beber tu elixir, sólo la justa medida
Para apagar el fuego, ya inerte de mi amor.

© Copyright Araceli García 2013
ENLUTADA
Ven a mí, ángel de la muerte
ven a mis brazos,
me siento cansada, sin aliento,
para seguir padeciendo
tantas horas amargas
al no tener sus besos
Tortura es el abismo
del lerdo y lóbrego tiempo
donde cicatrices del alma
sangran en secreto
donde se encuentra atrapada el
alma,
en la mísera armadura
de esta tortura de nostalgia
y eterno sufrimiento

Hefesto me tiene ardiendo en su
fuego
padeciendo en un lamento
su cáliz de arsénico negro
en esta ilíada de tormento
Donde el dolor, es mi pueblo

¡Pobre espíritu vestido de miedo!
necesito encontrar cobijo
¡solicito terminar el duelo!
en tus ojos de muerte y silencio.

© copyright Araceli García 2015
En vano caen las lágrimas
Suspira la noche que oscurece
En un abismo de ceras escritas
Sólo desdicha a ella sumerge

Los leones celos son sin duda
Los centinelas en su campo de batalla
Le llaman loca, la Reina Juana
Pues en temores su amor desgrana

Enterrado con sus armas
Un rey cabalga en las llamas
Frágiles al viento, dicen que aún se
aman
En el replique de las sórdidas campanas

Aves carroñeras saciaron su apetito
La doncella viuda ha tomado el vino
Del cuerpo vacío y maldito
Alargando el tiempo de su castigo

El amor perdido en el laberinto
De un pillado y roto destino,
La sangre escurre por el anillo
De la tumba que será su eterno recinto

Un tiro de cuatro caballos
Traslada un espíritu mudo
Rodeaban el funeral sus vasallos
Entonando el oficio de difuntos

Escondida en Tordesillas; su tumba,
La demencia la ocultó tras la roca
El amor pasional, mordaz le provoca
Que le llamen Juana la loca.
© Copyright Araceli García 2014
EN LA CRIPTA
En una bóveda
De lirios pálidos y tormentosos
Se pudre el tiempo de un viaje largo
Infame de polvo, arnés amargo
Que acumula huesos silenciosos

Truena el olvido, magnolias púrpuras
Secos de lágrimas, sobre sus cuevas
Cadena helada, de desventuras
Que ama en cábalas vivencias yermas

No hay luz, no hay retorno
La puerta al cielo está sellada
Cáliz inmóvil de tez ramoso
Mantiene oscura la piel callada.

© copyright Araceli García 2014
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